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ANOTHER ESCAPE: BANYAN TREE VEYA EN EL VALLE DE GUADALUPE

Fotografía y texto por: Lorena Domínguez con Iphone 16 Pro Max

Llegar a este rincón mágico de México es, de por sí, una travesía sensorial. El camino serpentea a través de viñedos dorados por el sol, donde las colinas onduladas y los paisajes semiáridos del Valle de Guadalupe forman un telón de fondo majestuoso. Desde el momento en que te acercas a las puertas del Banyan Tree Veya, sientes que algo especial te espera. Este no es solo un hotel, es un santuario de bienestar, diseñado para brindar una profunda conexión con la naturaleza y con tu propio ser.


Cuando las puertas del resort se abren, te recibe una atmósfera de calma. Las líneas arquitectónicas son minimalistas, con una elegancia discreta que se mezcla a la perfección con el entorno natural. Aquí, el lujo no es ostentoso, sino sutil. Los materiales orgánicos—madera, piedra y concreto pulido—se entrelazan para crear un espacio que respira junto a ti. El diseño de cada villa está pensado para honrar el paisaje del Valle, con amplios ventanales que permiten que la luz inunde cada rincón, y con terrazas privadas que ofrecen vistas panorámicas de los viñedos y las montañas más allá.


Mi llegada al Banyan Tree Veya fue un profundo alivio. Después de meses de rutinas y ajetreo, el solo hecho de estar aquí, rodeado de silencio, fue suficiente para comenzar a sentirme renovado. Cada aspecto de esta propiedad está diseñado para ofrecer una experiencia de bienestar holística, y se nota en los detalles. En mi villa, una piscina privada y un jacuzzi al aire libre me invitaron a sumergirme en una serenidad que solo la naturaleza puede ofrecer. Las habitaciones, decoradas en tonos suaves y naturales, están equipadas con todas las comodidades modernas, pero con un toque de calidez que las hace sentir como un hogar lejano.

Pero quizás lo más transformador de todo ese viaje fue la cocina. En un lugar como el Valle de Guadalupe, famoso por su cultura vinícola y su innovadora gastronomía, las expectativas eran altas, y el Banyan Tree Veya no decepcionó. La cocina es una oda a los ingredientes frescos de la región, donde cada plato es una obra maestra que honra la generosidad de la tierra. Desde ensaladas elaboradas con hortalizas cultivadas en el propio huerto del hotel hasta pescados frescos del Mar de Cortés, cada bocado es una celebración a lo local.


La esencia del lugar no está solo en su entorno lujoso o en sus servicios de primer nivel. Lo que lo hace verdaderamente especial es cómo te invita a desconectar del exterior y a reconectar con lo que realmente importa. Ya sea a través de una clase de yoga al amanecer, un paseo en bicicleta entre los viñedos, o simplemente observando la puesta de sol desde la terraza privada de tu villa, cada momento aquí es una invitación a la reflexión, al descanso y al crecimiento personal, un enfoque en ti mismo.


Durante mi estancia, entendí que el lujo moderno ya no se mide por opulencia, sino por experiencias que nos permitan sentirnos completos y en paz. Banyan Tree Veya ofrece precisamente eso: un espacio donde el tiempo y el ruido parecen desvanecerse, permitiendo que surja algo más profundo—la calma, la gratitud, y el redescubrimiento de la simple belleza de estar presente.

Hay lugares que no solo se visitan, sino que se experimentan profundamente, como si fueran una invitación a reconectar contigo mismo. El Banyan Tree Veya en Valle de Guadalupe, es uno de esos lugares donde el tiempo parece detenerse, permitiéndote respirar, sentir, y redescubrir el lujo de la quietud.

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