DESCUBRE LA NUEVA EXHIBICIÓN SOBRE CLARA PORSET EN MÉXICO
Editora: Sarah Gore Reeves
Fotografía: Karla Lisker
Por: Daniela Gutiérrez
En la carrera del arquitecto René González, la curiosidad y el viaje son elementos indispensables. Nacido en La Habana en 1963 y ahora reconocido mundialmente, González ha vivido y trabajado por todo el mundo. “Para crear una arquitectura significativa, realmente tienes que ser extremadamente curioso”, afirma. “Necesitas estar interesado en las vidas que tus clientes desean vivir y en los espacios que creamos para ellos”. Desde los oasis aislados del desierto marroquí hasta el esplendor neoclásico del Teatro alla Scala en Milán y las vastas extensiones espirituales del Tíbet, cada lugar, con su propia riqueza cultural y estética, contribuye a la metodología de González de “ver” el mundo en toda su diversidad e ingenio.
En su más reciente proyecto, La Vida Diaria y El Tiempo: Clara Porset, René González y Marco Castillo, González decide dejar el resto del mundo a un lado, y tomar como inspiración a su natal Cuba para sumergirse en la historia y el legado de Clara Porset, destacada diseñadora cubana. Esta exposición se desarrolla en el Edificio para artistas, obra icónica de Luis Barragán y Max Cetto en donde solían vivir Porset y su esposo, el artista Xavier Guerrero. La exhibición es uno de cuatro actos, que sumados bajo el nombre Clarita querida, estás en casa: René González visita a Clara Porset, exploran la herencia latina y la creación de identidad en el exilio. Estos cuatro actos, que incluyen al artista cubano Marco Castillo, transforman la antigua casa de Porset en un escenario donde el arte, el diseño y la arquitectura convergen en una rica conversación cultural.
¿Cómo fue tu primer acercamiento al trabajo de Clara Porset?
Fue a través de sus escritos. Siempre he sentido una profunda afinidad con su curiosidad por los valores y tradiciones culturales que compartimos. En cierto punto, descubrí que había nacido en Matanzas, Cuba, de donde es mi familia paterna. Su trayectoria y la mía no podrían ser más diferentes, sin embargo, cuanto más aprendía sobre su obra, más me daba cuenta de que nuestros valores estaban extremadamente conectados. No hace falta decir que cuando Verónica Fernández de PARA_A me invitó a ser el primer arquitecto en residencia en el Edificio para artistas de Luis Barragán y Max Cetto, en el mismo apartamento donde vivía Clarita, supe que era una oportunidad increíble para ser parte del legado de diseño de este edificio extraordinario. Cuanto más aprendía sobre ella, más quería saber. Desarrollé una idea para un proyecto, donde investigaría y aprendería sobre el trabajo de Clara Porset y exploraría mi identidad cultural en cuatro actos. El proyecto fue conceptualizado como una exploración experiencial del patrimonio latino y la creación de identidad en el exilio.
¿Qué fue lo que llamó tu atención sobre el trabajo de la diseñadora?
Siempre he rechazado cualquier tipo de pretensión, y hay una claridad y sinceridad en el trabajo de Clara Porset que siempre he admirado. Clarita abogaba por el uso de materiales “sencillos” y “naturales”, y esta sensibilidad siempre resonó profundamente conmigo. Nunca he pensado en los objetos o el espacio arquitectónico como algo separado del entorno en el que existen, siempre están fundamentalmente interconectados de una manera holística.
¿Cómo surgió el proyecto Clarita Querida, estás en casa: René González visita a Clara Porset?
Este año, fui invitado a impartir un curso en el Tecnológico de Monterrey y, al revisar el programa, quedó claro que sería más efectivo vivir en la Ciudad de México durante la mayoría del semestre en lugar de viajar constantemente de ida y vuelta. Mientras investigaba dónde podría vivir durante el curso, tuve la suerte de conocer a Verónica, quien me invitó a desarrollar una exposición en el espacio en el que vivía Porset.
A medida que iba profundizando en la historia del tiempo que estuvo Clara en el departamento, descubrí que a pesar de vivir con el pintor Xavier Guerrero, las paredes estaban notablemente vacías. En lugar de obras de arte, ella había enmarcado piezas de asientos hechos de fibras naturales y mimbre. Esta revelación me recordó el trabajo exquisito de otro artista cubano, Marco Castillo, y me acerqué a él para que me acompañara en esta exploración. Las obras de Marco están impregnadas de un interés en la historia de Cuba y los cambios sociales y culturales posteriores a la revolución del país. Sentí que su perspectiva, muy diferente a la de Clara o la mía, sería una contribución fascinante a lo que estaba buscando explorar. Aprecié profundamente la conversación que crea entre el trabajo de Clara y el mío.
¿Por qué dividir el proyecto en cuatro actos?
En su vida laboral en México y Cuba, Clara era conocida por su habilidad para relacionarse con grupos diversos de creativos para disfrutar de la camaradería y de discusiones animadas. Sentí que tener cuatro actos; una exposición, una conferencia, una cena y un baile, era la manera perfecta de hacer lo mismo, interactuar con diseñadores, amigos y académicos de Porset. Cada acto aborda un aspecto de sus contribuciones artísticas, culturales, educativas y sociales a lo largo de su vida.