EL PRESENTE INFINITO QUE DEFINE LA NUEVA COLECCIÓN DE PRADA
Por: Daniel Zepeda
Imágenes: cortesía de la marca
En una temporada donde el tiempo se pliega sobre sí mismo y los algoritmos dominan nuestra existencia diaria, la colección primavera / verano 2025 de Prada sobresale como una obra maestra de caos controlado. "Infinite Present" no es solo un título, es un manifiesto, una declaración de que, frente a la sobrecarga de información dirigida, el poder de la imprevisibilidad humana sigue siendo soberano.
Miuccia Prada y Raf Simons han hecho lo que mejor saben hacer: tomar algo conceptual y hacerlo visceral. En este caso, es la tensión entre el mundo algorítmico en el que vivimos—donde todo se predice, dirige y programa—y el impulso humano de romper ese orden. Aquí, cada look parece un rechazo al progreso lineal. Se ven destellos del pasado, ecos del futuro, y aun así todo está firmemente arraigado en el ahora. El tiempo, en esta colección, no es una línea recta sino un bucle interminable de posibilidades.
El espectáculo se siente como entrar en un mundo donde la lógica y lo absurdo cohabitan. Las modelos se mueven con un sentido de propósito, pero el propósito en sí parece ambiguo, casi anárquico. Es una rebelión sartorial contra el algoritmo, una celebración de la imprevisibilidad. Simons y Prada ofrecen un contrapunto a nuestro mundo digitalmente dictado: la alegría de la creatividad humana, la agencia y el capricho. Prada siempre ha sido experta en crear un diálogo entre el pasado y el futuro, y esta temporada, la conversación fue clara. Las siluetas en capas creaban contradicciones temporales—piensa en abrigos mod de los 60 sobre prendas utilitarias inspiradas en los 2000, o la sastrería tradicional subvertida por telas futuristas. Sin embargo, a pesar de esta multiplicidad, hay un minimalismo en juego aquí—no en el sentido de simplicidad, sino en la precisión de la visión de Prada. Cada look parece cuidadosamente construido para reflejar al individuo, el superhéroe en todos nosotros, sin estar atado al tiempo ni a las tendencias.
Este rechazo de una línea temporal singular es una declaración audaz por parte de Prada, un llamado a abandonar la noción de la moda como algo dictado por las tendencias de temporada. En cambio, la colección propone un vestuario que abarca épocas y estados de ánimo, un repositorio dinámico donde el pasado, presente y futuro coexisten armoniosamente—un presente infinito, de hecho. Quizás el motivo más resonante del show es la noción del superhéroe—una metáfora del individuo creativo que posee el poder de la transformación. Aquí, el superhéroe no tiene que ver con capas ni trajes de licra, sino más bien con una referencia a la agencia personal, la capacidad de construir y deconstruir la identidad a través de la moda. Hay algo deliciosamente subversivo en esto. Mientras nuestras vidas digitales están gobernadas por la predictibilidad algorítmica, el superhéroe es esa chispa humana, ese factor impredecible que cambia el juego.
El desfile final fue una declaración triunfal de este ethos. Cada modelo irradiaba unicidad, luciendo su "presente" como una insignia de honor, sin que dos looks fueran iguales, pero todos distintivamente Prada. La colección se siente como la encarnación de esa eterna pregunta: ¿Qué pasaría si pudiéramos elegir existir en cada momento, todo al mismo tiempo?
La colección defiende la moda como un ejercicio de libre albedrío. Simons y Prada nos recuerdan que, aunque los algoritmos puedan gobernar nuestro consumo digital, no pueden replicar la imprevisibilidad de la elección humana. Cada look en esta colección se siente como una expresión del poder del individuo para decidir, para liberarse de lo esperado. Opciones infinitas, como propone la colección, ofrecen oportunidades infinitas. Y en esa multiplicidad reside la libertad—la libertad de rechazar la línea temporal impuesta, de abrazar las contradicciones y de celebrar la impredecible belleza del ahora. "Presente Infinito" no es solo una colección; es una celebración del espíritu humano frente a un mundo algorítmico. La visión de Prada es clara: mientras el mundo puede estar impulsado por la lógica, la moda—la verdadera moda—es un producto del libre albedrío. Y en eso, todo cambia.