EL RELOJ TANK DE CARTIER ES EL ÍCONO DE LOS ÍCONOS
Por: Daniela Gutiérrez
Imágenes: cortesía de Cartier
Los cines de las ciudades más grandes del mundo estaban repletos en 1926, no solamente por la promesa de una gran historia, sino por la presencia en pantalla de Rudolph Valentino, el actor más codiciado de la década de los veinte. La cinta era The Son of the Sheik, pero había algo que atrapaba la mirada del público: un reloj Tank de Cartier en la muñeca de Valentino. La lógica dictaba que un jeque de los desiertos de Algeria no llevaría un accesorio tan incongruente. Sin embargo, el reloj parecía convertirse en un personaje más, una presencia discreta pero ineludible que capturaba la atención sin buscarla.
Este no era un caso de product placement, era el reloj personal del actor, un capricho de la estrella que no se permitió modificar. Este hecho marcó el inicio de una relación entre el reloj y la fama, una simbiosis que perdura hasta hoy.
A partir de entonces, el Tank apareció en muñecas de celebridades, líderes mundiales y artistas. Se convirtió en un símbolo atemporal que desafiaba todas las convenciones y expectativas.
El nacimiento del Tank en 1917 tiene sus raíces en un momento de conflicto, cuando Louis Cartier, el fundador de la casa, se inspiró en la vista aérea de un tanque militar Renault FT-17 de la Primera Guerra Mundial. La estructura de la caja rectangular, flanqueada por dos angarillas paralelas, imitaba las orugas del tanque y su cabina. Este diseño rompía con las formas redondeadas y barrocas de la joyería de la época, y Cartier lo concibió como una declaración de modernidad y simplicidad. El primer prototipo fue entregado como un regalo a John Pershing, general de los Estados Unidos, en 1918, simbolizando una alianza entre la elegancia y la fuerza.
El Tank debutó oficialmente en 1919, pero solo se fabricaron seis unidades. Para la década de los veinte, la popularidad del modelo crecía de manera constante. Era un reloj que desafiaba las nociones tradicionales de género: su diseño minimalista no se adscribía a las normas de lo masculino o lo femenino. Un objeto sofisticado pero robusto, con una línea pura que no buscaba adornos innecesarios. Se trataba de un reloj que no solo marcaba el tiempo, sino que marcaba una era.
En el círculo íntimo de los Kennedy, el Tank fue un testigo silencioso de momentos históricos. Jackie Kennedy recibió uno como regalo de su cuñado, el príncipe Stanislaw Radziwill, para conmemorar una caminata de 50 millas que hicieron juntos en Palm Beach. En la parte trasera del reloj, una inscripción detallaba la fecha y las horas exactas del evento: “Stas to Jackie / 23 Feb. 63 / 2:05 AM to 9:35 PM.” Cartier solía ofrecer inscripciones grabadas en la caligrafía del propio comprador.
Otro ícono de la excelencia, Muhammad Ali, conocido por su destreza en el cuadrilátero y su personalidad arrolladora, también llevó un Tank durante la década de los setenta. En las fotografías de la época, Ali aparece con el reloj, un contraste entre la violencia controlada de sus puños y la serenidad de la pieza en su muñeca. Fue durante este periodo que Ali ganó la quincuagésima pelea de su carrera, una victoria que consolidó su leyenda y que fue capturada por la lente de los fotógrafos junto a su fiel reloj.
Andy Warhol, por su parte, adoptó el Tank como un símbolo de su propio estilo. Para Warhol, esta pieza de relojería era un objeto que no necesitaba justificación. “No llevo un Tank para saber la hora. De hecho, ni siquiera le doy cuerda. Llevo un Tank porque es el reloj que hay que llevar”, dijo célebremente.
La pureza del diseño del Tank radica en su capacidad para resistir el paso del tiempo sin convertirse en una reliquia. Es un reloj que se mantiene fiel a su origen y, al mismo tiempo, se adapta a las corrientes del presente. Los números romanos, las manecillas de acero azulado y el zafiro en la corona son detalles que hablan de una época, pero su forma sigue siendo tan moderna como en el momento de su concepción. En un siglo, el Tank ha visto innumerables variaciones, ya sea más alargado, cuadrado, o con la forma retorcida de los relojes de Dalí, pero siempre conservando su esencia: una declaración de estilo que rechaza la ostentación y busca la autenticidad. Desde los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial hasta los escaparates de Cartier en las principales ciudades del mundo, el Tank ha resistido revoluciones y modas pasajeras, siempre manteniendo su estatus como un ícono que no necesita seguir las reglas para imponerse.