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LA ODA A LA BOTÁNICA DE JAEGER-LECOULTRE

Por: Daniel Zepeda
Imágenes: cortesía de la marca

La exuberante diversidad de la flora ha servido como fuente de inagotable inspiración para el arte, generando una interconexión donde la semántica trasciende los dogmas y cosmovisiones. Desde el expresionismo abstracto de Georgia O’Keeffe o el impresionismo de Claude Monet, incluso la abstracción geométrica de Ellsworth Kelly, la belleza más natural, descomprimida y cruda en todos sus aspectos se encuentra en las flores, las mismas que desde el inicio de los tiempos han estado ahí. La evolución de la representación de la flora no solo refleja los avances técnicos utilizados como medio para plasmar estas sugerencias interpretativas, sino también la evolución de la percepción cultural y estética de la misma. Tal es el caso de Brendi Wedinger, cuyo ámbito de trabajo se inscribe en los medios de las artes digitales, la escultura y el arte floral. Afincada en Los Ángeles, California, su trabajo aspira a cautivar los sentido a través de su interpretación de la naturaleza, de manera táctil y emocional, apoyándose en un espacio abstracto entre la realidad y la fantasía para así crear realidades oníricas que trascienden las barreras bidimensionales. 


Esta intersección entre humano y flora ha posicionado a Wedinger como una visionaria vanguardista, cuya perspectiva ha sido seleccionada para Made of Makers, una iniciativa de Jaeger-LeCoultre que a través de una serie de colaboraciones con artistas, diseñadores y artesanos, analizan y promueven el diálogo intrínseco entre la horología y el arte. Con la naturaleza como eje central, el programa se centra en la exploración de nuevas formas de expresión con materiales y medios, que a menudo, son inesperados; retando el status quo de la creatividad. El programa encarga una obra original e invita al artista a expresar un tema de interés para La Grande Maison a través de su savoir-faire. Dada la profunda afinidad de Brendi Wedinger con el mundo natural, el tema de pieza se vuelca a este universo ―uno de los valores esenciales de Jaeger-LeCoultre. Wedinger dedicó tiempo en la sede de Jaeger-LeCoultre en el Vallée de Joux descubriendo los oficios de la relojería y explorando la biodiversidad que rodea a la Manufactura. El resultado de su pieza para Made of Makers, se traduce en una serie de flores surrealistas elaboradas en los metales preciosos que utiliza la Manufactura en sus relojes, conjugando elementos extraídos de distintas dimensiones, donde en lugar de aludir a una especia particular de flora, las piezas veneran la variedad de especies que habitan el Vallée de Joux como una representación de la transformación botánica que abraza este ecosistema a lo largo de las estaciones. Para la artista, esta reinterpretación hace un paralelismo a la atención al detalle en elementos minúsculos de la horología y la corporalidad de las flores, para así «sumergirse en un romántico mundo de fantasía situando en las antípodas del frenético ritmo de la vida moderna», comenta.

Como si fuese una antítesis del mundo orgánico que retrata, el proceso creativo de la estadounidense se apoya en un método híbrido, pues una marcada afinidad con la artesanía tradicional se proyecta utilizando a la escultura para interpretar elementos a gran formato, como lo son los pétalos, y el dibujo en grafito, para definir detalles minúsculos, como podrían ser los sépalos o el pistilo. El flujo continua en la ejecución de ecuaciones matemáticas para generar texturas, transparencias y capas de manera virtual para así comenzar a trazar una nueva realidad que se convierte en un «homenaje expresivo a la naturaleza que no se ciñe a una representación literal». En el universo de Wedinger, la artista juega con contrastantes nociones que combinan la suavidad orgánica de la naturaleza y la solidez fría del metal, lo efímero y lo estático, lo real y lo irreal.


La vinculación de la historia de la Maison y las piezas, subyace en su nombre, ya que cada una de ellas ha sido nombrada en latín e inglés, haciendo un guiño a la tradición botánica, y a su vez celebran el año de origen del icónico reloj de la Manufactura, el Reverso. De esta manera, las mezclas florales se reinterpretan y crean tres nuevas flores. Los elementos de la amapola, la Pulsatilla alpina y la Parnassia se combinan para dar vida a Flos Montis Fluit (Flor de los flujos de la montaña), conocida como 1931 Golden Poppy (Amapola dorada 1931). El narciso de los poetas, la Galeopsis angustifolia y la orquídea araña se mezclan para crear la Gemma Vallis (La joya del valle), conocida como 1931 Golden Orchid. Con respecto a la tercera flor, Rhapsodia Petalorum Alpinorum (Rapsodia de pétalos alpinos), conocida como 1931 Golden Thistle (Abrojo dorado 1931), esta ha sido el fruto de la combinación entre la menta acuática, la escabiosa y el cardo alpino. En un acto que reta a lo imaginado, estas creaciones han impulsado a Jaeger-LeCoultre para solicitar a un obtentor francés, que identificase una flor que se asemejara estrechamente a la forma de la 1931 Golden Orchid y que cultivara un híbrido exclusivamente para la Maison, haciendo una representación natural y física de la obra de Wedinger que difuminan la línea entre lo real y lo surrealista, haciendo una oda a la naturaleza imaginativa.

A lo largo de sus vibrantes e imaginativas piezas, Brendi Wedinger acoge una impresión de la naturaleza para Jaeger-LeCoultre donde una nueva realidad visual surrealista encuentra vida en piezas que retan a la imaginación.

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