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LAS BALLERINAS DE FERRAGAMO SE CONVERTIRAN EN TUS FAVORITAS ESTE VERANO

Por: M Revista de Milenio
Imágenes: cortesía de la marca

El ballet tiene sus raíces en el Renacimiento italiano del siglo XV, cuando las danzas cortesanas eran populares en las festividades aristocráticas. Sin embargo, fue en la corte de Luis XIV de Francia en el siglo XVII donde el ballet comenzó a tomar forma como una disciplina artística formal. En sus inicios, los bailarines utilizaban zapatos con tacones, similares a los que se usaban en la vida cotidiana de la nobleza. Estos zapatos limitaban los movimientos de los bailarines y eran poco prácticos para las complejas coreografías que se estaban desarrollando. En el siglo XVIII, se introdujeron cambios significativos en el calzado de los bailarines. Marie Camargo, una bailarina famosa de la Ópera de París, fue una de las primeras en adoptar zapatos sin tacones para facilitar sus movimientos ágiles. Este cambio permitió una mayor libertad de movimiento y contribuyó al desarrollo de técnicas más avanzadas en el ballet.


El siglo XIX marcó un período crucial en la evolución de las zapatillas de ballet. Durante la era romántica del ballet, los bailarines comenzaron a utilizar zapatos más ligeros y flexibles, que permitían una mayor expresividad y movimientos más etéreos. En esta época, se popularizaron las zapatillas de punta, que permitían a las bailarinas bailar sobre la punta de los pies, creando la ilusión de ligereza y gracia sobrenatural. Este diseño fue perfeccionado por la bailarina italiana Marie Taglioni, quien es ampliamente reconocida por su papel en el ballet "La Sylphide" (1832). A mediados del siglo XX, las zapatillas de ballet comenzaron a influir en la moda cotidiana. La diseñadora de moda francesa Rose Repetto fue una figura clave en esta transición. En 1947, creó las primeras ballerinas para su hijo, el famoso bailarín Roland Petit. Las ballerinas de Repetto se destacaron por su comodidad y elegancia, y rápidamente se convirtieron en un icono de la moda. Por otra parte, Salvatore Ferragamo dedicó gran parte de su creatividad a este estilo de zapato, inspirado en la elegancia del ballet. Interesado en la anatomía del pie desde el comienzo de su carrera, y en la creación de estilos innovadores, Salvatore comenzó a diseñar zapatos planos en la década de 1920.

Las estrellas de Hollywood de los años cincuenta los usaban: para Audrey Hepburn, Ferragamo creó un modelo en 1954 que aún se conserva en la colección para rendir homenaje al pasado de la actriz como bailarina de ballet. Entre sus clientes en la misma década se encontraban famosas bailarinas como Katherine Dunham, Alicia Markova, Anna Pavlova, Colette Marchand y Agnes de Mille. Otros clientes famosos fueron Greta Garbo, Marilyn Monroe e Ingrid Bergman, para quien diseñó ballerinas en 1960. Con ello, Ferragamo se posicionó como uno de los precursores de este particular calzado.


El zapato Ferragamo más icónico de los últimos años es el Varina, presentado por primera vez en 2008, con un lazo y una placa metálica con el logotipo de Ferragamo grabado. Las ballerinas siguen siendo un elemento básico en el guardarropa de muchas personas alrededor del mundo. Su diseño sencillo y elegante las hace versátiles y apropiadas para diversas ocasiones, desde eventos formales hasta el uso diario. 

Desde sus orígenes en la corte real hasta su popularidad en la moda contemporánea, las ballerinas han recorrido un largo camino, manteniendo siempre su esencia de elegancia y funcionalidad. Las ballerinas son sinónimo de Ferragamo y te decimos porqué.

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