TRES VECES TRES: LA HISTORIA DE TRINITY DE CARTIER
Por: Daniel Zepeda
Imágenes: cortesía de la marca
Como un objeto de fascinación, reverencia y superstición a lo largo de la historia, el número tres ha tenido un papel significativo en la cultura popular. Las tríadas han sido fundamentales en la organización de historias y estructuras narrativas, su simbolismo se encuentra profundamente arraigado en la mitología, la religión y la literatura. En la joyería, las triadas existen en el bagues trois ors, un anillo triple entrelazado, que para algunos se puede vincular a creencias religiosas, pero para otros a la unión sentimental. Jean Cocteau decía que «no existía el amor, sino pruebas del mismo», y su cosmovisión no se aparta del misticismo de las triadas, pues al ser portador de una de las colecciones más emblemáticas de Cartier, Trinity, el particular anillo simbolizaba y materializaba su amor por Jean Marais a través de la estructura del mismo: la primer banda es Marais, la segunda Cocteau y la tercera su vínculo afectivo, una tríada que selló sus emociones en el meñique de su mano.
El éxito de la colección Trinity se debe no solo a su intrincado diseño, sino también a su poderoso simbolismo. Desde Grace Kelly hasta Romy Schneider y Gary Cooper, todos encontraban imprescindible este objeto atemporal que evoca una extensión de su esencia personal. El significado de este anillo interconectado espera infinitas interpretaciones, como la del número tres, desde un gesto de afecto familiar que se heredará de generación en generación hasta un símbolo de amistad interminable o la profesión de amor eterno. Es fácil apegarse a un objeto en el que están imbuidos esos recuerdos poéticos de la vida. Un siglo después de su magnífica creación, su encanto sigue vigente.
Creado por primera vez en 1924 por Louis Cartier, Trinity comienza su historia con esta triada de anillos móviles condensados en uno, cargados de sentido y sentimientos. Como una ecuación perfecta, las líneas de la pieza son delicadamente depuradas, cargadas de exactitud en todas sus proporciones para así abrir paso solo a la precisión de las formas. Trinity se posiciona como una creación que integra la noción de confort y se basa en la búsqueda de la ergonomía y la consideración de la función del objeto. Todo gira alrededor de la fluidez estructural de los anillos móviles que se deslizan unos sobre otros, en una superposición que ensambla a la perfección por inercia, como si fuese un enigma poético y técnico digno del savoir-faire orfebre que caracteriza a la Maison. Las tres piezas están unidas de un modo que no admite superiores ni inferiores, así como las historias de amor que contienen la visión pura de la equidad.
El talento de Trinity reside en su capacidad para reinventarse gracias a una energía creativa que subyace en un diseño inteligente constantemente revisado por Cartier. Para celebrar su centenario, Cartier crea nuevos diseños tan sencillos y depurados como atrevidos, reedita la pulsera XL de la década del 2000, una auténtica pieza de culto, y presenta una versión XL del emblemático anillo. Oro blanco, oro amarillo, oro rosa: la trilogía cromática se hace patente, al igual que la movilidad y la pureza de la línea. Para esta nueva entrega lo que cambia es la forma, la distorsión de los anillos con un enfoque geométrico de los estudios de creación de la Maison para elaborar una original versión del atemporal Trinity.
Marie-Laure Cérède, directora creativa de joyería y relojería, comparte en un comunicado exclusivo la visión creativa de esta nueva proeza de la joyería moderna.
¿Con qué espíritu se aborda un icono del diseño de Cartier como Trinity? ¿Qué margen creativo se concede?
“La sola idea de reinventar Trinity de Cartier, icono por excelencia, parecía casi irrisoria, una hazaña imposible. Pero el reto nos intrigaba. Comenzamos sin imponernos la obligación de producir un resultado a toda costa. Decidimos que, si un nuevo diseño despertaba nuestro interés, nos dedicaríamos a él sin moderación. Pero si nada nos convencía, acordamos no forzar la situación”. “Para reinventar Trinity empezamos por el principio: tres oros para tres anillos independientes pero inseparablemente entrelazados. Tres en uno y uno en tres. Pero también por la
emoción que emana de su rotación... Guiados por estos valores sagrados, quisimos capturar la esencia absoluta del original mediante una fórmula única y aún más creativa”.
¿Por qué una forma cuadrada?
“Este nuevo diseño exigía un enfoque a medida. En lugar de empezar por un boceto, trabajamos el volumen a mano: amasando, enrollando y comprimiendo el material para aislar una dirección creativa. Para nuestra gran sorpresa, empezó a surgir una forma nueva e inesperada: un círculo cojín. Una vez identificada la forma, todavía faltaba definir las proporciones ideales. Con la delicadeza de un tallador de piedras, fuimos retirando capa tras capa de una décima de milímetro de grosor. Un trabajo extremadamente preciso”.
¿Qué aspiraciones tenías para el anillo modular Trinity?
“El anillo Trinity modular es el resultado de un enfoque contradictorio del diseño: construcción y luego deconstrucción. Como en un puzzle kumiki, en el que cada pieza de madera encaja perfectamente, imaginamos los anillos de Trinity entrelazados para formar una única estructura, y luego hicimos ingeniería inversa para deconstruirla en tres partes. Una solución que, naturalmente, crea múltiples formas de llevar el mismo anillo, lo que hace que esta versión de Trinity sea tan contemporánea como universal. Lleva el anillo en perfecta fusión para un look discreto durante el día, y luego libera los anillos por la noche para revelar los diamantes”.